Los tatuajes en la cara ya han pasado de moda: ¿y ahora qué hacemos con ellos?

La gente que se hizo tatuajes en la cara cuando estaban de moda ya se está arrepintiendo

Lo fueron todo en 2016, 2017 y 2018, y ya no son nada en 2021. No hablamos del Real Madrid, sino de los tatuajes en la cara, que han perdido toda la relevancia que tuvieron entonces, mientras el número de arrepentidos por haber sucumbido al boom de esos años aumenta.

Por Guille Galindo  |  04 Febrero 2021

Se veía venir, y ya es una realidad. Los tatuajes en la cara están de capa caída. Y eso que entre 2014 y 2019 se popularizaron entre la población joven, que veía cómo sus ídolos de rap, trap y hip-hop los lucían como un símbolo contracultural y de confrontación con la sociedad. Ya nadie te mira mal por llevar un tatuaje en el brazo, así que había que buscar nuevas formas de hacer, como dicen en EEUU, "que la señora del bus se cambie de asiento".

El estigma siempre ha acompañado a los tatuajes, de manera incluso etimológica, pues "estigma" es el nombre clásico en latín de la palabra tatuaje. Ni que decir tiene que los tatuajes en el rostro han sido todavía más estigmatizados en su larga historia. Porque no, ni Mike Tyson ni Post Malone inventaron los tattos faciales.

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La historia de los tatuajes en la cara: auge y caída de un fenómeno difícil de explicar

Tenemos registro de ellos desde hace miles de años, asociados a concepciones religiosas, como en la Isla de Pascua o en las mujeres de la Polinesia, o a dotar de peligro a quien los lleva, el significado que más ha trascendido con el paso del tiempo. En la Antigua Grecia y Roma, se marcaba en el rostro a los convictos con sus crímenes, o incluso como actos de venganza contra conspiradores; los maoríes usaban los tatuajes faciales para infundir miedo a sus rivales, misma utilidad que las pandillas o los presos desde el siglo XX.

El poder y el simbolismo tan especial y casi místico del tatuaje en la cara, sin olvidar la concepción social de "tough guy" o tipo duro criado en las calles y que todo le da igual porque ya ha vivido lo que tenía que vivir en apenas dos décadas de existencia, convirtió el tatuaje en el rostro en una forma de expresión muy común entre los artistas 'made in Soundclound', aquellos a los que nadie les ha regalado nada, aquellos que encuentran salida a una vida caótica en géneros urbanos como el trap, el rap o el hip-hop. Lil Peep, Lil Pump, Gucci Mane, Duki y un largo etcétera de artistas recuperaron el tatuaje facial y lo convirtieron por primera vez en la historia en mainstream, utilizando algo tan antiguo como esa extraña admiración y atracción del ser humano hacia lo prohibido, lo peligroso y lo antisistema.

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Una atracción que llegó a la moda, tan alejada en estética y glamour a este mundo que no deja de sentir fascinación por él desde un punto de vista exótico y desvirtuado. Sea como fuere, los tatuajes en el rostro (en forma fake) comenzaron a poblar las pasarelas de las firmas más transgresoras. Nada como la apropiación cultural y la pérdida de significado para consolidarse en la sociedad.

Su inclusión en la moda, pero sobre todo el hecho de imitar a los iconos del trap y el hip-hop, provocaron que entre 2014 y 2019 los tattoos faciales se convirtieran en tendencia, especialmente entre la última generación de millennials y la Gen Z. Un boom que ha durado cinco años con millones de tatuajes en el rostro, pero que ahora parece haberse estancado por hasta cuatro motivos diferentes:

  • Es un tatuaje más doloroso, al hacerse sobre una capa tan fina.
  • No es tan fácil de eliminar con láser (más tarde comentamos esto).
  • Al estar tan expuesto, se deteriora antes por la acción del sol, del viento, del frío o del calor.
  • El estigma. Un tatuaje en la cara limita tanto tus posibilidades de encontrar trabajo o de no ser señalado como un tatuaje normal en los 90, y puede terminar complicándote mucho la vida.

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Los primeros arrepentidos ya están aquí, pero no lo tienen tan fácil

Los tatuajes en la cara no han cuajado, hasta el punto de que los propios tatuadores no lo terminan de recomendar, principalmente por la corta media de edad de los clientes que se los piden. Muchas veces no se repara en el riesgo social de cara a tu presente y futuro de llevar un tatto en la cara, y los tatuadores lo advierten con frecuencia. No somos Post Malone, vivimos en otro mundo y rodeados de otras dificultades y estereotipos.

En los últimos meses, la lista de arrepentidos por haberse hecho un tatuaje de este tipo en pleno boom ha aumentado exponencialmente. Si con el paso de los años tendemos a estar menos enamorados de nuestras locuras en la piel, os podéis imaginar en una zona tan delicada y visible como el rostro. El problema con los tatuajes en la cara es que son mucho más difíciles de eliminar. Evidentemente, no vamos a hacernos uno encima, como sí podemos hacer con otros lugares del cuerpo, ya que tendría que ser todavía más grande. La otra solución pasa por el láser. Sin embargo, aunque los resultados son cada vez más satisfactorios, la realidad es que el láser aún no borra del todo el tatuaje en la cara, dejando en ocasiones una mancha grisácea no demasiado agradable en función de la cantidad de tinta que se usara para llevarlo a cabo.

Estamos ante la primera crisis del tatuaje facial tras su popularización en la sociedad. ¿Se recuperará y conseguirá afianzarse, o volverá a considerarse un elemento característico de un grupo muy específico? El futuro de los miles de jóvenes que se arriesgaron a romper las normas está en juego.

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