El bigote vuelve a estar de moda. ¿Es que ya nadie se acuerda de Aznar?

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El bigote vuelve a estar de moda. ¿Es que ya nadie se acuerda de Aznar?

Del 'facha' al 'camp': cómo el mostacho conquistó TikTok, Hollywood y hasta Grindr sin pedir permiso a nadie y vuelve a ser un look de moda en pleno año 2025. Ver para creer.

Por Cristóbal Aparicio  |  29 Mayo 2025

Lo admito: cuando vi a mi sobrino de 23 años luciendo un bigote tipo Burt Reynolds en la cena de Navidad, pensé que se había quedado dormido viendo Magnum en Neox. Pero resulta que el chaval iba a la última. El bigote Chevron es ese bigote grueso en forma de V invertida que cubre completamente el labio superior y que siempre proyecta masculinidad, me explicó mientras yo intentaba no escupir el turrón.

Y es que sí, amigos: el bigote ha vuelto. Y no, no es una broma del universo ni una conspiración de los barberos para cobrar más. Es la velluda realidad que nos ha tocado vivir en 2025. Eso sí, que nadie busque a José María Aznar como referente, porque el pobre se lo afeitó en 2009 y desde entonces su bigotón solo vive en los memes y en nuestras pesadillas colectivas.

De Franco a TikTok: la extraña evolución del mostacho patrio

Durante décadas, el bigote en España tenía dos destinos posibles: o eras "facha" o eras "marica", como bien retrataba Almodóvar en Kika allá por 1993. No había término medio. Era como elegir entre Telepizza o Domino's: decisiones binarias que definían tu existencia.

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Pero algo cambió entre 2021 y 2022. De repente, los chavales empezaron a dejarse crecer esa línea de pelo sobre el labio sin miedo al qué dirán. Hollywood puso su granito de arena: Miles Teller en Top Gun: Maverick demostró que podías pilotar un F-18 y ligar con un bigote que parecía sacado de los 80. Y Chris Evans... bueno, Chris Evans podría llevar un moño o rulos y seguiría siendo Chris Evans.

Bigotes por todas partes, una estampa de hoy en día
Bigotes por todas partes, una estampa de hoy en día MENzig

En TikTok, el hashtag #Moustache acumula millones de visualizaciones (entre 3 y 20 millones, dependiendo de cómo lo escribas, porque la ortografía es flexible en las redes). Los jóvenes se graban el proceso de dejarse bigote como si fuera un documental de National Geographic: "Día 1: nada. Día 15: parece que tengo chocolate en el labio. Día 30: soy Tom Selleck".

El factor Movember ya no es suficiente

Antes, el bigote era cosa de noviembre, cuando los hombres se lo dejaban por solidaridad con la salud masculina y luego corrían a afeitárselo el 1 de diciembre como si quemara. Ahora es un look permanente, una declaración de intenciones que dice: "Sí, tengo bigote y qué".

El bigote sale del armario (literalmente)

Si hay un colectivo que ha abrazado el bigote con pasión (y cera para moldear), ese es el LGBTQ+. Según Grindr —sí, la app de citas ha hecho estudios sociológicos sobre pelo facial, vivimos en tiempos extraños—, el bigote se ha convertido en un atajo visual que señala un cierto estilo de queerness.

Ncuti Gatwa, otro actor abonado al bigote
Ncuti Gatwa, otro actor abonado al bigote Instagram

Es como un código morse peludo: bigote fino = "soy queer y fabulous", bigote poblado = "channeling Freddie Mercury", bigote con brillantina = "acabo de salir de una fiesta en Chueca y no me arrepiento de nada".

Los jóvenes gays de hoy miran fotos de los Castro Clones de los 70 como quien estudia historia del arte. "Mira, cariño, así llevaban el bigote cuando ser gay era ilegal pero el pelo facial era obligatorio". Es nostalgia queer en su máxima expresión, como escuchar a Raffaella Carrà pero con más testosterona.

Los nuevos iconos del mostacho: de Timothée a Mario Casas

Si en los 80 teníamos a Selleck y a Burt Reynolds, ahora tenemos a Timothée Chalamet luciendo lo que los expertos llaman bigote dirtbag: ese look de "me acabo de despertar pero sigo siendo millonario y guapo". También están Jacob Elordi, Harry Styles (cuando le da la gana), Austin Butler y Donald Glover, todos compitiendo por ver quién puede parecer más desaliñado y sexy al mismo tiempo.

Jacob Elordi y el mostacho 'bearstache'
Jacob Elordi y el mostacho "bearstache" Gtres

En España, Mario Casas sorprendió en 2025 con un bigotazo que hizo temblar Instagram. Mario Casas estrena bigote: las fotos de su nuevo look que está causando sensación, decían los titulares, como si hubiera descubierto la cura del cáncer en lugar de dejarse crecer pelo en la cara. También está Martin Urrutia, concursante de 'Operación triunfo' que hizo de este look casi una seña de identidad.

Los cinco jinetes del bigote-pocalipsis

Según los barberos más cool (sí, ahora los barberos son influencers), estos son los bigotes que arrasan en 2025:

  • El Chevron: El clásico. El que dice "soy un hombre, hombre". Este estilo tiene algo atemporal; es grueso, varonil y equilibrado.
  • El Pencil: Finito como un trazo de lápiz. Para los que quieren bigote pero con moderación, como el que pide una caña pero sin mucha espuma.
  • El Handlebar: Con las puntas hacia arriba. Para los valientes que no temen parecer el villano de un western o un hipster de Malasaña.
  • El Dirtbag: Descuidado pero sexy. El "me he olvidado de afeitarme durante dos semanas pero queda bien".
  • El Beardstache: Bigote con barba de tres días. Para los indecisos que quieren todo.

Pros y contras de unirse a la secta del bigote

Las ventajas (porque alguna habrá)

En lo práctico: Menos mantenimiento que una barba completa. Solo necesitas recortar, peinar y quizás un poco de cera si te sientes fancy. Además, no se engancha tanto la comida como en una barba XXL (aunque el café con leche sigue siendo tu enemigo mortal).

En lo estético: Si lo llevas bien, puedes parecer desde un galán de Hollywood hasta un intelectual francés que fuma Gauloises y lee a Sartre en el metro. El bigote bien cuidado es como un marco para tu cara: puede hacer que parezcas más interesante aunque solo estés pensando en qué cenar.

En lo simbólico: Es una declaración de rebeldía suave. Dice "me importa mi aspecto pero no tanto como para afeitarme toda la cara". En el mundo gay, es casi como llevar un pin del Orgullo pero en formato capilar. Es identidad, es actitud, es... pelo.

Las desventajas (que son unas cuantas)

En lo práctico: Comer espaguetis se convierte en un deporte de riesgo. Los besos pueden ser... texturizados. Y ni hablemos de cuando te resfrías y necesitas sonarte cada cinco minutos.

En lo estético: Si no te crece uniforme, parecerás un adolescente intentando comprar alcohol con un carnet falso. Y existe el riesgo real de que tu madre te diga que "pareces tu abuelo" (y no como cumplido).

En lo simbólico: Todavía hay gente que ve un bigote y piensa en dictadores, policías de los 70 o el profesor de matemáticas que suspendía a todo el mundo. Es injusto, pero es lo que hay.

La resignificación del mostacho: ya no es lo que era

El bigote de 2025 no es el bigote de tu padre (a menos que tu padre sea muy moderno). Ahora es camp, es queer, es hipster, es lo que tú quieras que sea. Los jóvenes lo llevan con ironía, los treintañeros con nostalgia, y los cuarentones... bueno, algunos nunca dejaron de llevarlo y ahora por fin están de moda.

Es como si el bigote hubiera hecho un máster en reinvención personal. Ha pasado de símbolo de autoridad a icono contracultural, de marca de masculinidad tóxica a bandera de libertad de expresión. Es el Pokemon del vello facial: ha evolucionado.

¿Y Aznar? Pues ahí sigue, sin bigote

Mientras el mundo redescubre las maravillas del vello labial, nuestro querido expresidente sigue tan lampiño como un delfín. Se afeitó el bigote en 2009 y con él se fue una era. Ahora, cuando alguien dice "bigote político", pensamos en... en nadie, la verdad. Los políticos actuales son todos unos lampiños.

El problema del bigote es que, cuando te lo afeitas, se te puede quedar la cara rara.
El problema del bigote es que, cuando te lo afeitas, se te puede quedar la cara rara. Gtres

El bigote de Aznar era como el Seat 600: un clásico español que todos recordamos pero nadie quiere recuperar. Era rígido, tradicional, inmutable. El antítesis del bigote moderno, que es fluido, cambiante, con posibilidades infinitas de styling.

Así que no, Aznar no tiene nada que ver con esta nueva ola bigotil. Su mostacho pertenece a los libros de historia, junto con las pesetas y los móviles con tapa. El bigote de 2025 es otra cosa: es diverso, es inclusivo, es millennial y Gen Z approved.

Manual de supervivencia para el neo-bigotudo

Si después de leer todo esto te han entrado ganas de unirte al club del mostacho, aquí van unos consejos de supervivencia:

  1. Paciencia, padawan: Roma no se construyó en un día y tu bigote tampoco. Dale al menos un mes antes de rendirte.
  2. Invierte en herramientas: Un buen cortador, cera de calidad y un peine pequeñito. Sí, los bigotes se peinan.
  3. Prepárate para los comentarios: Desde "¿eso es chocolate?" hasta "pareces un actor porno de los 70". Sonríe y asiente.
  4. Elige tu fighter: ¿Chevron masculino? ¿Pencil elegante? ¿Handlebar atrevido? Conoce tus límites capilares.
  5. El mantenimiento es clave: Un bigote descuidado es como un jardín abandonado: triste y lleno de malas hierbas.

El futuro es peludo (y nos gusta)

El bigote ha vuelto para quedarse, al menos hasta que la próxima generación decida que es cringe y volvamos todos a afeitarnos como bebés. Pero por ahora, el mostacho reina en las calles, en las apps de citas, en los feeds de Instagram y en los corazones de los valientes que se atreven a llevarlo.

Ya no es cosa de fachas ni de gays exclusivamente. Es cosa de quien quiera llevarlo. Es democracia capilar en su máxima expresión. Es, en definitiva, pelo sobre el labio que por alguna razón nos obsesiona como sociedad.

Y mientras Aznar sigue sin bigote en algún lugar de España, miles de jóvenes se miran al espejo cada mañana preguntándose si hoy es el día de dejárselo crecer. La respuesta, por si te lo estás preguntando, es . Siempre es sí. Porque en 2025, el bigote no es solo una moda: es una actitud, una filosofía, una forma de decirle al mundo "aquí estoy yo y mi vello facial, ¿algún problema?"

Así que adelante, únete a la revolución del mostacho. Total, si no te gusta, siempre puedes afeitártelo. No como las decisiones realmente importantes de la vida, como hacerte un tatuaje o votar a un partido político. El bigote es reversible, el ridículo es temporal, pero el estilo... bueno, el estilo es interpretable.

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